Gran Salón [Zona de Rol]

No me entero de que ha entrado nadie hasta que Magnus maúlla y me hace alzar la vista. Adivina quién ha venido.

- Confiesa, me estás siguiendo.

Sonrío y me apresuro a guardar el libro entre mi espalda y el sofá.

- ¿Yo, mudo? Ya quisieran muchos, pero no caerá esa breva.

Magnus salta al alféizar de la ventana y se larga a explorar por ahí. Miro la bolsa que lleva Catherine.

- ¿Ropa? - Pregunto.

¿Cómo demonios ha visto el libro desde donde estaba?

- No, era una revista guarra. - Miento. - De esas que encantan a los pervertidos como yo. Ya sabes.

Me cruzo de brazos y la miro divertido.

Vaya, hoy la noto especialmente comunicativa. Para empezar no se ha limitado a lanzarme una de esas miradas fulminantes.

- ¿Ah sí? ¿Ha sido una buena experiencia?

Me pregunto qué será de Fleur.

¿A qué ha venido eso?

- Mi vida ha sido más jodida de lo que crees. - Comento con tranquilidad. - Así que supongo que la respuesta a tu pregunta es no.

Sonrío de medio lado y espero pacientemente a que me explique la razón de su repentino interés.

Enarco una ceja. Deduzco que ha estado hablando con alguien que le ha dicho que todo el mundo aquí tiene un pasado oscuro, o alguna cosa por el estilo.

- Mira, los cuentos de hadas no existen. La gracia está en aceptar que la vida tiene cosas buenas y malas, pero no por ello es peor ni hay que despreciarla.

Me encojo de hombros, tampoco trato de convencer a nadie. Yo actúo según mis principios, pero paso de predicar en el desierto. La gente que va de alma torturada por el mundo me saca de quicio.
Entra Sally.

- No. - Respondo. - Catherine no quiere nada conmigo, así que bienvenida.

- La gente es muy rara. - Concluyo.

Me echo un poco hacia atrás en el sofá y me clavo la esquina del libro entre los omóplatos. Hago un gesto de dolor que reprimo en el acto y me quedo donde estoy.

- ¿Qué tal son los profesores? - Le pregunto a Sally.

- Libre albedrío. - Repito. - Genial.

Eso supone que no hay que madrugar para ir vestido de uniforme como un idiota a una clase en la que inevitablemente acabarás dormido.

- No hables tanto o te quedarás afónica. - Le digo a Catherine, antes de volverme hacia Sally otra vez. - No me va mucho eso de ser amigo de los profes, ya me entiendes.