Mierda, mierda.
La miro abriendo mucho los ojos, abro la boca y la cierro un par de veces y me quedo quieto para dejar de parecer un pez. Incorporo la cabeza tan rápidamente que me cruje el cuello, pero mi única reacción es morderme el labio inferior y pensar a toda velocidad.
Se me ocurre algo.
- Me voy. Tengo algo para ti, pero es sorpresa. Cuando esté listo iré a buscarte.
Le beso la mejilla y desaparezco trotando pasillo arriba.