Aula Vacía [Zona de Rol]

- Bueno, siempre puedes adoptar a Caroline cuando llegue. Así podrá entretenerse solucionando tus problemas y dejarme a mí en paz.

Me siento sobre la mesa más próxima a la silla de Cath y me cruzo de brazos. Aquí no se oye nada, el silencio es tan denso que incluso asusta.

- Total, me quedarán cinco hermanos más.

La miro alzando una ceja con expresión de "tú no la conoces", pero prefiero no añadir detalles. Llegará dentro de poco y tendrá ocasión de comprobarlo por sí misma.

- Es la pequeña del clan. - Afirmo. - Y aún así quiere controlarme como todos los demás.

Intento imprimir a mis palabras un tono jocoso.

Niego con la cabeza.

- Primero está mi hermana Anna, que tiene veintidós. Después vamos Adrien, yo, otras tres chicas y Caroline. Súmale mis dos padres y mi abuelo, todos en la misma casa. - Me río. - Y después de mi biografía te toca a ti. ¿Tienes padres, abuelos? ¿Dónde viven?

Sí, recuerdo. Algo de eso me comentó.

- ¿Y cómo son? ¿Se parecen a ti? ¿También son tan extrovertidos y hablan por los codos? - La miro divertido.

Miro a Cath durante un rato y me muerdo distraído el labio.

- Así que ahí está tu problema. - Comento más para mí mismo que para ella. - Todos tenemos fantasmas.

Imito su gesto y miro también a través del cristal, como si fuera a encontrar en el cielo la solución a todos los problemas.

Le devuelvo la mirada casi con lástima.

- Uno no olvida a los fantasmas. - Le digo. - Siempre vuelven cuando menos te lo esperas, sólo puedes... bueno, intentar hacer su visita menos dolorosa. Saludarles de cara, decirles "hola otra vez, viejo y asqueroso conocido".

Sonrío y le paso la mano por el pelo, tan rizado que parece un oso de peluche.
"Pobre Cath" pienso. "¿Qué es eso tan terrible que te sucede?"

Me gusta estar con Cath porque puedo apartar un poco mi embrollo de pensamientos y dedicarme a intentar averiguar cuáles son los suyos. Estoy tentado de preguntarle directamente aprovechando el momento, pero desisto: sé que no me va a responder.

- ¿Dónde hay que firmar? - Digo en vez de eso, sonriendo.

- Sí, para apuntarse a la cura de amnesia. - Le digo.

Me tumbo sobre la mesa cuan largo soy, mirando a la chica desde aquí.

- No me mires así, prometo portarme bien contigo en lo sucesivo. - Le guiño un ojo. - Nada de perversiones con la buena de Cath.

- No sé, aprecio bastante mi cabeza como para hacer eso. Contigo no hay esperanzas, pero todavía quedan muchas chicas sueltas por aquí.

Adopto mi mejor cara de cerdo.

- Aquí todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario. - Insisto.